lunes, 11 de octubre de 2010

El Concurso Nacional de Marinera de Trujillo

Es una poderosa inyección de unión y de alegría compartida, un rasgo facial que ayuda a dar identidad a un país mítico, indefinible y mágico; el Perú. La marinera es un himno al enamoramiento y la alegría, cubierto con elegantes trajes que encienden la provocación y destacan el arte.




Un PoCo dE HiStOrIa...

Si hay una danza-canción emblemática del Perú criollo y mestizo esta es la Marinera. Sus raíces se remontan a medio milenio. Y en ese lapso de tiempo la confluencia de aportes étnicos han sido ricos y variados. Los orígenes de este baile de a dos – hombre y mujer – son reminiscencias de antiguas danzas españolas coma las bulerìas andaluzas, jota aragonesa y el fandango  incorporándose a ellas el aporte negro evidenciado por el uso del cajón y el culto de esta danza. El nombre antiguo de la marinera, que fue la zambacueca o zamacueca, que se evidencia en el prefijo el término zambo, revelador de vínculos negros.
Sobre el origen esencialmente español se han pronunciado,  sobre todo con la debida cautela el folclorista limeño Josè Durand Florez, quien afirma que “mucho del espíritu negro se ha filtrado” y que “el sabor, el sentido, la intención, tiene mucho de la estirpe de los esclavos”, que terminaron por imprimirle un carácter particularizado a la marinera, y el hecho que su antecesora fuese denominada zamacueca, habría nacido con este nombre en Lima en los primeros años del siglo XIX, derivaba del fandango – antiguo – español. Durante la Guerra del Pacífico, Abelardo Gamarra, el Tunante, célebre periodista oriundo de  Huamachuco – La Libertad propone sustituir aquel nombre por el de marinera  en honor a Miguel Graù y el Monitor Huàscar, existiendo notables testimonios gráficos del célebre acuarelista costumbrista de Lima Republicana, Pancho Fierro, donde describe a militares bailándola en la fiesta de Amancaes, Piedra Liza y en barrios tradicionales de la Capital. En 1880 se oficializó el cambio de denominación mediante una orden de gobierno. La primera marinera es la “Conchaperla” y en 1899 se le califico como la Decana.

La Vestimenta

A los concursos y eventos particulares las parejas con trajes no sólo de fiesta sino especial para la ocasión, con características propias de las regiones. Las mujeres de Moche llevan escote cuadrado, falda negra, camisa blanca bordada con hojas y flores. Las de Huanchaco visten de un solo color, con mangas hasta el codo y con broches y faldas con pliegues llamados “crecederas”, que recuerdan a las olas marinas. Las de Lambayeque y de Paita son las únicas que no usan los color blanco y negro sino el amarillo; sus faldas son recogidas con un sólo bobo y sin bordados ni encajes. Las de Monsefù usan el “capus sobre capus”, o sea dos piezas: traje y camisón.

En los hombres hay más uniformidad. Los de Moche usan faja y pantalón blanco. Los de Cajamarca lucen elegantes ponchos serranos; en otras regiones predomina el poncho blanco de lino.

El traje trujillano es, en el hombre, el de hacendado. Camisa  y pantalón blanco, gran sombrero de paja o de palma, poncho blanco de hilo o de lino con dos franjas oscuras o negras. Botas o zapatos puntiagudos con tacones altos y aperillados. La mujer lleva falda negra, amplia y ondeante; blusa blanca, casi corpiño, que destaca el busto. Falda amplia, que facilita el desplazamiento. Pies descalzos. Hombre y mujer llevan en la mano un ágil pañuelo blanco. El hombre puede llevar al cuello un corbatín o pañuelo cruzado. La mujer lleva generalmente descubierta la cabeza.

La  mujer completa su atuendo con aretes largos y collar de oro. En la cabeza peineta coronada por rombos, mariposas, pavitas y otros dibujos puede ser de oro o de otro metal; por su vibración en la danza la llaman tembleque.
Dejando a un lado los patrones y tradiciones, los trajes buscan llamar la atención de los que observan el baile.



Vestido Monsefu


Vestido Chavinero


La Marinera y sus pasos principales


El baile plasma todo lo relacionado al amor, no existen pautas ni normas a seguir; no se han reglamentado pasos ni posturas fijas, no se han establecido secuencias ni rutinas. Se detallara y ordenara algunas secuencias para entender esta danza nacional.

Al redoble de los tambores, la pareja frente a frente, se mira intensamente. La dama  con actitud sobrada y retadora, hondea el pañuelo acompañado de un delicado movimiento de caderas. El chalán, cortés y caballero, eleva el sombrero saludándola a lo lejos. Ya muestra ansiedad por iniciar el juego de la conquista. Ambos mantienen distancia pues el cortejo recién comienza. Pañuelo al aire, la dama luce su belleza y garbo y salero con amplias vueltas y contra vueltas llevadas  por un lateral, demostrando sentirse reina, y el joven se desplaza sobre su sitio con un paso más acentuado, quien al levantar su sombrero y pañuelo trata de captar su atención. Con un fuerte golpe del tambor, salen ambos de sus ubicaciones, con andar suave y elegante, tres a cuatro pasos bastan para dar armonía al baile. En el primer  y segundo saludo con la figura en forma de ocho, se realiza la media luna juntando sus cuerpos, pañuelos arriba girando en un circulo cerrado, el hombre hace el primer intento de besar a la mujer; ella distante y recelosa, mueve el rostro de un lado para otro, escapando de cualquier contacto atrevido, se vuelven a separar, siendo la mujer quien escapa presurosa, continuando con laterales, se abren paso para el empalme, donde ella pareciera que acepta el insistente cortejo del chalán. Ambos vuelven a juntarse en el centro, el hombre la cubre con el brazo, le ofrece el pecho y la dama se apoya para realizar una vuelta hacia la derecha. Los pañuelos parecen unirse simulando ser uno, los rostros se ocultan bajo el sombrero, como quien esconde un inocente beso. Ella escapa presurosa de sus brazos  y nuevamente separados, pasean, ella acentuando las caderas busca el centro para adornarse con poses retadoras invitando al chalán, quien la rodea en señal de admiración. Luego intenta recogerla y abrigarla entre sus brazos, ella lo rechaza con cadenciosas elevaciones para atrás, el hombre hace lo mismo, avanzando hacia la mujer.

En toda la fase del cortejo y paseo, ambos combinan libremente infinidad de pasos y figuras, tradicionales o novedosas, que permiten darle mayor gracia y colorido a esta danza. La mayoría de los pasos de la marinera pueden realizarse cuando la pareja va en una misma dirección, uno junto al otro o cuando ambos están desplazándose ampliamente. Siguiendo con el paseo, la famosa figura hombro con hombro, elevando ambos el pañuelo, giran en uno o dos círculos bien cerrados, Por lo general la mujer voltea el rostro con un movimiento seco y tajante, demostrando al chalán que  deberá continuar con el cortejo. Luego de insistente adornos, plásticas figuras y llamativos pasos, la pareja se prepara para llegar a la cumbre del baile: El inicio del zapateo, momento de la euforia, de mayor goce y placer, desborde de alegría por “sacarle chispas al suelo”, marcan con su cabezas y pañuelos la primera fuga, la música los lleva al inicio del zapateo para realizar la tradicional y significativa figura la triunfadora, posando uno al costado del otro, pero con los cuerpos mirando hacia distintas direcciones, luego giran en un circulo amplio, moviendo los pañuelos jaraneros en señal de triunfo y alegría desbordada, luego el hombre rodea a la mujer con un visto traslado, la dama permanece en el centro, con la falda recogida o quizá muy abierta, girando con el tradicional punta y taco o con el muy conocido cepillado. En la sgte. marcación musical, los bailarines buscan juntar sus rostros, frente a frente, luego de marcar la música puede utilizarse la figura de llevadilla. Esta vez la gama de zapateos es mucho más amplia tales como: machete, taco taco o caballito, punta punta, taco punta, punteos o picadillas, siendo decisión libre y no  requiere que ambos hagan uso del mismo paso.

En la segunda fuga, la pareja busca el acercamiento, saliendo juntos para iniciar un zapateo coordinado, según dure la secuencia, la pareja golpea el piso con un lateral hacia la derecha, cambiando de pie con laterales para dibujar el cuadrado, paso bastante vistoso y completo.  La parte final llamada el remate, chalán y mujer se unen frente a frente, en el centro de la pista, con los pañuelos arriba, y zapatean con mucha más energía y vigor. El fin de la melodía está por llegar y cada uno da una vuelta para terminar con la pose final. El hombre recibe la aceptación de la mujer, la acoge en sus brazos y ella termina el baile entregándose a él.

“No hay primera sin segunda”, con el redoble de tambores se inicia la segunda, los bailarines ya se conocen, cada uno regresa a su lugar, para mostrar, independientemente, su estilo al bailar. El saludo no es tan protocolar ni ceremonioso, pudiendo tener mayor contando, aquí se combinan la creatividad e ingenio de cada bailarín para utilizar nuevas figuras y recursos (olas, retrocedida en puntas, postura del pavo real, lucir el faldeo), que no pudieron aplicar en la primera parte de baile.

La pareja llena de júbilo, gozo y algarabía llegan con una vuelta a la pose final. La dama estirada con el pañuelo en alto, en señal de triunfo deja que el hombre caiga rendido a sus pies, arrodillándose para indicarle el camino. El cortejo ha terminado y el chalán consiguió la ansiada aceptación por parte de la mujer.